En Reflexión Dominical

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

La celebración del cuarto domingo de pascua, también conocido como el domingo del buen pastor, nos permite acercarnos a Jesús y sentir que somos suyos, que nuestra vida depende de él, igual que las ovejas dependen de su pastor.

Desde el mismo momento en que Jesús empezó a ejercer su ministerio salvífico, dejó notar una gran preocupación por los pobres, los ciegos, los lisiados, los pecadores, los excluidos y en fin por toda case de miseria que hace sufrir a la humanidad. A  todo este grupo de personas, anuncio la mejor de las noticias: No están ni mucho menos solas en el mundo, tienen un Padre, el mejor Padre de todos los que pueden existir,  en la casa de ese padre son hijos y por si acaso no saben cómo llegar allá él  mismo, el Hijo Mayor es el Camino y es la Puerta.

Jesús sigue siendo el mismo ayer, hoy y siempre; sigue sintiendo compasión por todo el que va por el mundo, solo, desilusionado, sufriente, dando a entender que es oveja sin pastor. La primera actitud de Jesús es hablarle, proponerle que acepte ser parte de su rebaño, que acepte sus cuidados, su amor, su comprensión y que se ponga en camino detrás de sus pasos por las verdes praderas, que son los  espacios por los que cada uno se mueve a diario.

A todo el que acepta esta invitación, Jesús lo hace suyo y pasa de ser alguien  solitario a ser una de sus ovejas, empieza a escuchar su voz y a seguirle, y en la medida en que va creciendo en cercanía y en amor, se va compenetrando con él. De tal manera que empieza a parecerse a él hasta convertirse en otro Cristo, llegando a compartir su mismo olor; él es un Pastor con olor a oveja y cada uno de los miembros de su rebaño, una oveja con olor a Cristo.

La invitación de Jesús es completamente abierta y en plena libertad, todos, absolutamente todos estamos llamados para hacer parte de su rebaño y así mismo todos contamos con plena libertad para aceptar o no, ponernos en camino detrás de sus pasos. Misteriosamente solo sus ovejas conocen su voz y le siguen, el gran resto de la humanidad, no hacen caso de su voz, Jesús les respeta y les ama desde la distancia, esperando que un día quieran ser ovejas de su rebaño.

Nosotros los que practicamos con frecuencia, los que entramos cada domingo en el corral de sus ovejas para escuchar su voz y disfrutar de sus cuidados, debemos afinar mucho más nuestro oído, para que logremos comprender sus palabras y dejándolas que penetren en lo más profundo de nuestra vida, empiecen a hacernos sentir que somos parte de su vida, que vivimos por él y para él.

Reconocer su voz, nos permite vivir como hermanos de los demás, nos permite romper con la soledad y con el bajo estado de ánimo, para hacernos uno con nuestro pastor y con todo su rebaño, mostrando al mundo la alegría del acompañamiento. Exultemos de gozo, porque sabemos que no estamos solos en el mundo, tenemos un Pastor, el Bueno, el que ha dado la vida por todos nosotros, el que nos sigue llenando de vida y confía plenamente en nosotros a pesar de nuestros descarríos. Rafael Duarte Ortiz

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