En Cartas de nuestro Obispo

Si en la actualidad no existiera la Iglesia en esta zona existirían los siguientes problemas:

Las creencias religiosas que hace 1700 años llegaron aquí y que se han trasmitido de generación en generación hasta la actualidad tendrían dificultades para ser practicadas por la ausencia de sacerdotes

La tradición de la fecunda historia de la Iglesia y de la Diócesis en esta zona habría sido cortada de raíz. No se podría comprender la historia de nuestros pueblos sin la existencia de la Iglesia.

Las catedrales, iglesias, monasterios, ermitas quedarían abandonadas perdiéndose un inmenso patrimonio o la función para la que fueros construidas.

  

Las hondas tradiciones de los pueblos (fiestas patronales, romerías, Semana Santa, Navidad) se perderían provocando una falta de identidad colectiva.

Las acciones de Cáritas a favor de los más necesitados no existirían dejando a muchas personas en situación de exclusión.

Las biografías de santos y beatos que nacieron en esta diócesis (San Victorián y Santa Maura, San Belastuto, San Poncio y San Ramón, San Visorio, San Balandrán, San José de Calasanz, San José María Escrivá de Balaguer, los beatos mártires de la Guerra Civil) o estuvieron en ella (San Valero, San Gaudioso, San Úrbez o San Francisco de Asís) quedarían desdibujadas y fuera de contexto.

No se impartiría clases de Religión en los centros ni habría catequesis para los distintos sacramentos, afectando a importantes valores que debe cultivar la persona.

 

La gran labor pastoral del obispo y sacerdotes desaparecería y ello provocaría una importante pérdida en nuestros pueblos.

La desaparición de la figura del obispo y sacerdotes afectaría a la dinamización que se lleva a cabo, además de la vertiente pastoral, en la educativa y en la cultural.

La inexistencia de parroquias abocaría a descontextualizar la vida de nuestros pueblos, ya que estas han sido un referente en la vida e historia de nuestras gentes.

Al no existir monasterios se perdería la oración o rezo por las necesidades de las personas.

La desaparición de los museos de carácter religioso y la documentación de la historia de la diócesis dejaría sin un importante legado sin el cual resultaría casi imposible explicar el pasado de nuestros pueblos y comarcas.

Los colegios católicos de la zona tampoco existirían creando un gran problema.

La atención a los enfermos o a los presos (en este caso llevada a cabo por el obispo) no se realizaría y posiblemente, no sería reemplazada.

Las gentes no creerían en la vida eterna, en el amor al prójimo o en el pecado. Es muy posible que la sociedad fuera más violenta y menos tolerante.

En síntesis si la Iglesia desapareciera de nuestra zona se crearía un grave problema: sin sacerdotes, sin atención a los enfermos o necesitados, sin culto, sin catequesis, sin administración de sacramentos, sin colegios religiosos, sin educación en valores cristianos, sin monasterios, sin poder recibir los sacramentos, con pérdida del patrimonio cultural… En el mundo rural con honda tradición cristiana la pérdida sería aún más dramática.

Con mi afecto y mi bendición

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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