En Reflexión Dominical

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):

EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor

La celebración de este domingo, decimosexto del tiempo ordinario, nos  traslada hasta Betania, donde Marta y María, dos mujeres amigas de Jesús, nos enseñan a servir y a escuchar la palabra del Señor.

El contexto histórico de Jesús, nos remonta a una sociedad totalmente machista, en la que las mujeres a nivel social y religioso están completamente excluidas, su papel se reduce a criar hijos y a realizar los servicios de la casa, no tienen derecho a expresar su opinión en público, ni pueden acceder al templo en igualdad de condiciones que los hombres, y ni siquiera intentan escuchar a los maestros de la ley.

Con su comportamiento Jesús, le fue devolviendo la dignidad y el puesto a la mujer, tanto en la sociedad como en la vida religiosa. A pesar de todas las críticas que recibió, Él se esforzó por tratar en igualdad de condiciones tanto a mujeres, como a hombres. La visita a Marta y María, nos presenta a Jesús como amigo de las mujeres y en ellas valora no solo su acogida y servicio, sino la capacidad de escuchar la palabra de Dios y guardarla en su corazón.

Jesús no critica la actitud de Marta, que lo está acogiendo en su casa, lo está atendiendo y está muy preocupada porque todo le salga lo mejor posible, solo le preocupa que esté inquieta y nerviosa, le preocupa que el trabajo se convierta en una esclavitud. Y por su parte valora más la actitud de María que rompiendo las tradiciones machistas, se ha sentado a los pies del maestro y se ha dedicado a escuchar atentamente su palabra.

En casa de las amigas de Jesús, se dio el caso del perfecto discipulado, entre las dos hacen lo que Jesús quiere que hagamos sus seguidores: escuchar con toda la atención la palabra de Dios y al mismo tiempo tratar de servir de la mejor manera posible. ¡Qué difícil es para nuestra sociedad actual, escuchar con el corazón la palabra del Señor! Y, ¡qué difícil es también para nuestra sociedad, dedicarse a servir con todo el amor posible!

El momento en que vivimos, caracterizado por el endiosamiento del ser humano, hace que no necesitemos la palabra del Señor, sencillamente porque sobra, ya lo sabemos todo y no necesitamos que nadie nos diga cómo debemos vivir. Y ese mismo endiosamiento del ser humano, mata la posibilidad de servir, nadie necesita de nadie, todo lo tenemos de sobra, ¿para qué necesitamos servidores? Y, ¿porque vamos a ser servidores? el que necesite algún servicio, que lo pague.

Hoy Marta y María, nos enseñan que sin aceptar la palabra del Señor y sin dedicarnos a servir a nuestros hermanos con todo el corazón, no podemos ser discípulos de Jesús. Sin escuchar la palabra del Señor, ¿de qué vamos a vivir?, solo Él tiene palabras de vida eterna, y sin la mística del servicio, ¿cómo podemos llamarnos cristianos?, Si Jesús, nuestro maestro, no ha venido a que le sirvan, sino a servir. Aceptemos humildemente la propuesta que hoy nos hace el evangelio y sintiéndonos alimentados por la palabra del señor, dediquémonos a servir a nuestros hermanos con el mismo a mor de Jesús.

Rafael Duarte Ortiz

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