En General

“Eso que hemos visto y oído, os lo anunciamos” (1 Jn 1,3)

Queridos catequistas, profesores, animadores y acompañantes de personas, grupos y comunidades en el camino espiritual de la fe:

Con el primer domingo de octubre llega el “Día de la Educación en la Fe”, que la Iglesia en Aragón celebra con intensa alegría en el contexto del Mes Misionero Extraordinario. A la luz del lema de este año (“Eso que hemos visto y oído, os lo anunciamos”) compartimos con vosotros las siguientes consideraciones:

1) La mirada es uno de los rasgos que caracterizan a los catequistas. Catequista es la persona experta en el arte de comunicar lo que ve, oye y vive. Según el Directorio General para la Catequesis, “la cima y el centro de la formación de catequistas es la aptitud y habilidad de comunicar el mensaje evangélico” (DGC 235). La formación tiene como objetivo capacitar a los catequistas para transmitir el Evangelio; es decir, que el catequista sea lo más apto posible para realizar un acto de comunicación.

2) El único modo de aprender y transmitir la Alianza que Dios establece con la humanidad es oír con atención, con oído atento y diligente. Esto solamente se logra cuando se cultiva la capacidad de escucha. El catequista comparte preguntas y búsquedas y se pone en camino. Sus oídos se abren a una inédita narración de amor que se hace vida en Jesucristo.

3) El 12 de marzo de 2005 escribió el entonces cardenal Jorge Bergoglio: “si algo es propio del catequista es reconocerse como el hombre y la mujer que anuncia”. Y añadía: “(anunciar) es más que decir algo, que contar algo. Es más que enseñar algo. Anunciar es afirmar, gritar, comunicar, es transmitir con toda la vida. Es acercarle al otro su propio acto de fe, que por ser totalizador se hace gesto, palabra, visita comunión… Y anunciamos no un mensaje frío o un simple cuerpo doctrinal. Anunciamos ante todo una Persona, un acontecimiento. Cristo nos ama y ha dado su vida por nosotros (cf. Ef 2,1-9)”. El cardenal de Buenos Aires seguía diciendo que el catequista “anuncia y testifica una certeza: que Cristo ha resucitado y está vivo en medio de nosotros (cf. Hch 10,34-44). El catequista ofrece su tiempo su corazón, sus dones y su creatividad para que esta certeza se haga vida en el otro, para que el proyecto de Dios se haga historia en el otro. Es propio también del catequista que este anuncio que tiene como centro a una persona, Cristo, se haga también anuncio de su mensaje, de sus enseñanzas, de su doctrina”.

4) En la catequesis, como educación en la fe, es decisivo el testimonio. El catequista se reconoce llamado y enviado por la Iglesia para dar testimonio. El testigo ha visto y oído algo y lo quiere  contar, narrar, comunicar. El catequista ha contemplado el rostro de Cristo y ha escuchado sus palabras. El encuentro personal con el Señor da credibilidad a lo que dice, a lo que es y a lo que hace. El catequista anuncia: ¡Jesús es el Señor!, y acompaña de un modo gradual y pedagógico a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos a conocer y amar a Dios, a entrar en su intimidad. De este modo, les va iniciando en los sacramentos y en la vida del discípulo.

5) Queridos catequistas: os agradecemos vuestra disponibilidad, vuestra generosidad, vuestra paciencia, vuestra perseverancia. Sabemos que, en ocasiones, os sentís cuestionados, perplejos y solos. Pero no os sintáis abatidos o desilusionados. Haced memoria del actuar de Dios en vuestras vidas. El Señor convierte vuestra historia personal en historia de salvación. Los catequistas sabéis acompasar el latido de vuestro corazón con el de los que os rodean. Sabéis de ritmos distintos y estáis abiertos a los nuevos desafíos de nuestro complejo mundo.

Pedimos a la Bienaventurada Virgen del Pilar, que anunció con su vida lo que vio y oyó, que interceda por todos vosotros para que continuéis siendo testigos convencidos y convincentes y buenos pedagogos que forméis los corazones en la vida de fe. Recibid nuestra gratitud y nuestro afecto, junto con nuestra bendición.

+ D. Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza
+ D. Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca
+ D. Eusebio Hernández Sola, Obispo de Tarazona
+ D. Ángel-Javier Pérez Pueyo, Obispo de Barbastro-Monzón
+ D. Antonio Gómez Cantero, Obispo de Teruel y Albarracín

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