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Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,2-11):
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.” Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»
Palabra del Señor
La celebración del tercer domingo de adviento se caracteriza por la alegría ante la proximidad del día de la navidad, para experimentar esta alegría es necesario abrir nuestro corazón y convertirlo en la cuna de Jesús.
El pueblo de Israel, vivía la espera mesiánica casi con angustia, la ilusión de volver a tener un rey fuerte que sometiera a los demás pueblos, más que una esperanza, era una obsesión. Los sabios se dedicaban a estudiar las escrituras para determinar donde y cuando nacería el mesías y mientras tanto Herodes no ocultaba la preocupación de ser sustituido.
Juan el bautista se puso impaciente, él que había venido para preparar el camino del Señor, él que había tomado la decisión de menguar para que Jesús creciera; ahora estaba en la cárcel, sabía que en cualquier momento se podía terminar su vida y no veía que el nuevo reino, se hiciera notar. Entonces, mandó a preguntar a Jesús: ¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús no responde con palabras, a Él no le interesa gritar a grandes voces que es el Mesías, prefiere pasar desapercibido y en diversos momentos después de realizar un milagro pide a los testigos que no se lo cuenten a nadie. La respuesta de Jesús es su misa vida: “Id a anunciar a Juan, lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandaliza de mí!”
Esta respuesta de Jesús nos ayuda a comprender que Él vino para salvar a toda la humanidad, pero solo fue acogido por los pobres, los enfermos, los pecadores y todos los excluidos. Los ricos y poderosos, entre ellos las autoridades religiosas y políticas de Israel, se escandalizaron de Él y tuvieron que seguir esperando a otro mesías. Y lo que es peor, mucha gente, de todos los lugares, de todas las clases sociales siguen esperando a otro mesías, que colme sus esperanzas.
El problema es que ese mesías no vendrá, un Jesús que se ponga de parte de los poderosos, que patrocine todas las mentiras e injusticias de la clase dominante, no puede existir. Para ese malévolo fin, tendrán ellos mismos que seguir siendo los dioses, los amos y señores del universo como lo han hecho siempre. Jesús ya ha venido y ha aceptado como cuna el corazón que le han ofrecido los pobres y los pecadores, en consecuencia, todos los que en esta navidad queramos encontrarlo, debemos buscarlo allí.
Los que visten con lujo habitan en los palacios: Jesús tenía claro que así como juan el Bautista fue rechazado, encarcelado y decapitado, Él correría la misma suerte, pero también tenía claro que en el corazón de los más pobres y humildes, tendría un lugar seguro y duradero. La navidad nos exige conversión, nos exige comprender a Jesús pobre, nacido en una familia pobre, procedente de un pueblo pobre, nos exige mirar nuestra pobreza humana, y ser capaces de acoger a los más pobres, no por lástima, sino porque son nuestros hermanos. Con ellos seremos la cuna preferida del Salvador.
Rafael Duarte Ortiz