Cuando el 28 de noviembre cerraba los ojos de Ernesto Durán y corría al hospital San Jorge de Huesca para ver el alcance y las posibles secuelas del ictus que había sufrido Inmaculada Pellicer presentí que la Campaña de Manos Unidas se resentiría este curso.
El milagro se ha vuelto a repetir: ¡labor de equipo! Fieles a la cita anual, incluso sin la presencia del obispo, enredado en la atención a otros huéspedes que nos visitaban justo ese día, tuvo lugar en Fraga la presentación de la Campaña tal como estaba programada en nuestro calendario pastoral, el 25 de enero.
Mientras ADITA, nombre cariñoso con el que llamamos a nuestra Presidenta, se va recuperando en el hospital de San Juan de Dios en Zaragoza, todo sigue su curso como ella me confesara cuando pudo articular alguna palabra. Genoveva Buatas informó detalladamente en la reunión sobre la significatividad del proyecto asignado este curso a nuestra Diócesis y de los 86.914 euros que tenemos que recaudar para conseguir el objetivo de dotar de materiales y equipos técnicos en Guatemala, en los Departamentos de Totonicapán, San Marcos, Quetzaltenango y Retalhueleu, que repercutan en 373 campesinos y de manera indirecta en 2.238 familias. Nacho Cardona, vicario de Pastoral, Reyes Ibarz y Victoriano Parrilla, del equipo de Manos Unidas, informaron de las mejoras urgentes que se habían llevado a cabo en la escuela de Kajití de Mzimba (Malaui) gracias al donativo que recibieron de nuestra Diócesis en la campaña de 2019.
Si pensabais que los imponderables iban a hacer claudicar el celo pastoral de nuestras «chicas de oro», lo teníais claro. Abrid vuestra cartera y hacédselo fácil para que cuanto antes puedan enviar los 86.914 euros a su destino. Ya veis que son serias y transparentes. Amén de diligentes y tenaces. Todo lo que les entregáis va para el proyecto asignado. Sin comisiones ni intermediarios. Un modo humilde y sencillo pero fecundo que tienen los cristianos para visibilizar la ternura de Dios e inficcionar al mundo con este «virus letal»: la solidaridad.
Con mi afecto y mi bendición
Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón