En Cartas de nuestro Obispo
Misión Joven. Agosto 2019

Comparto una corazonada: la pastoral con niños, adolescentes y jóvenes se lleva bien, ¡y con alegría! En mi anterior escrito, daba gracias por los animadores, catequistas y agentes de evangelización en estas edades “rebeldes”. Y en relación con esto, recojo unas palabras del Papa Francisco que aparecen en la exhortación post-sinodal Christus Vivit (Cristo Vive), concretamente el número 67: «la clarividencia de quien ha sido llamado a ser padre, pastor o guía de los jóvenes consiste en encontrar la pequeña llama que continúa ardiendo, la caña que parece quebrarse (cf. Is 42,3), pero que sin embargo todavía no se rompe. Es la capacidad de encontrar caminos donde otros ven sólo murallas, es la habilidad de reconocer posibilidades donde otros ven solamente peligros. Así es la mirada de Dios Padre, capaz de valorar y alimentar las semillas de bien sembradas en los corazones de los jóvenes. El corazón de cada joven debe por tanto ser considerado “tierra sagrada”, portador de semillas de vida divina, ante quien debemos “descalzarnos” para poder acercarnos y profundizar en el Misterio».

Yo mismo, el obispo, así como los curas de la diócesis, los catequistas, los profesores de religión en la escuela pública, los consagrados con vuestros equipos de pastoral en los colegios religiosos, los animadores juveniles en asociaciones y movimientos, incluso los coordinadores de pastoral juvenil, todos estamos llamados a «ser padres y madres, pastores y guías de los adolescentes y jóvenes» y nuestra tarea consiste ¿en…? «… valorar y alimentar las semillas de bien sembradas en los corazones de los jóvenes». No otra cosa.

Igual que otros se concentran en ver solamente murallas y peligros, una concreción justa del Sínodo en nuestra Diócesis pasa por conocer y reconocer los «caminos y posibilidades» que hay para los niños, adolescentes y jóvenes a nivel comunitario y/o parroquial, en la unidad y arciprestazgo, en la Diócesis. A saber: catequesis de confirmación, celebración de la misa dominical con participación juvenil, encuentros, convivencias, campamentos, campos de trabajo, días de retiro, oración diocesana “noches claras”, misión joven, etc. Repito, caminos y posibilidades, nunca murallas y peligros, por más que se empeñen algunos. El conocimiento y reconocimiento del Proyecto de Juventud, así como de la Propuesta de Actividades para el curso, concreta, por un lado, una forma de ser, en comunión-sinodalidad, y de actuar coordinadamente, por parte de los responsables; y por otro, exige discernir y priorizar algunas acciones pastora – les, pues el corazón de cada niño, adolescente y joven «debe ser considerado “tierra sagrada”, portador de semillas de vida divina, ante quien debemos “descalzarnos” para poder acercarnos y profundizar en el Misterio». ¡Hay esperanza!

Con mi afecto y bendición,

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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