El domingo 14 de noviembre de 2021 entregó su vida en las manos del Padre el sacerdote diocesano Don Julio Broto Salamero. Había nacido hace 93 años en Barbastro, hijo de una familia profundamente cristiana, que dio dos de sus hijos al servicio de la Iglesia como sacerdotes, él y su hermano Don Joaquín, de tan grato recuerdo como organista de la catedral barbastrense y de sedes tan significativas como Barcelona, Santiago de Compostela y Zaragoza.
Don Julio cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de Huesca, en la Universidad Pontificia de Comillas y en el Seminario Conciliar de Lérida, lugares donde nuestra Diócesis se vio obligada a enviar a sus seminaristas después de la guerra civil, hasta que pudo disponer de un Seminario propio para la formación del clero diocesano.
Fue ordenado sacerdote en la fiesta de San Pedro y San Pablo del año 1953, iniciando su servicio sacerdotal como coadjutor de la parroquia de Graus, en el mismo año de su ordenación sacerdotal. Dos años más tarde se le encomendaron las parroquias del grupo parroquial de Laspaúles, después de Escalona y de la Asunción de Barbastro, como coadjutor. En el año 1961 obtuvo, mediante oposición, el cargo de organista de la Catedral de Barbastro, siendo nombrado más tarde canónigo de la misma Catedral y Delegado del Cabildo catedral para la Música en el templo catedralicio y parroquial de la Asunción.
Compaginó su dedicación al servicio musical de la Catedral con el cargo de profesor de Religión en el Instituto de Enseñanza Media de Barbastro, durante más de un decenio de su vida, y desde el año 2013 era también consiliario de la Cofradía del Santísimo Sacramento, radicada en la Catedral barbastrense.
Su talento musical, parejo con el de su hermano Don Joaquín, ha quedado plasmado en no pocas composiciones musicales, tanto vocales como organísticas, y en la fundación y dirección, durante muchos años, de la Coral Barbastrense.
Los cuatro últimos años de su vida han transcurrido en el Hogar “López Novoa”, de las Hermanitas de los Ancianos, de Barbastro, que han cuidado su deteriorada salud con esmero y caridad.
Descanse en paz este buen sacerdote, que dedicó su vida, con el ímpetu que le caracterizaba, al servicio de la comunidad cristiana, tanto a través de su talento musical como de su celo pastoral.
Que el Señor le incorpore ahora al coro de los bienaventurados.