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Cuando yo impartía cursos sobre la vida espiritual, en un determinado momento trazaba una larga línea recta desde el borde izquierdo hasta el borde derecho de la pizarra y explicaba: “Esto es nuestra vida eterna en Dios. Perteneces a Dios de la eternidad a la eternidad. Eres amado por Dios antes de nacer y serás amado por Dios mucho después de morir”. Después marcaba un pequeño segmento de línea y decía: “Esto es el tiempo de vida humana. No es más que una parte de tu vida total en Dios”. Estás aquí por un breve periodo de tiempo -veinte, cuarenta, sesenta, ochenta años- para descubrir y creer que eres un hijo amado de Dios. La duración es lo menos importante. La vida no es más que una breve oportunidad para decirle a Dios: “Yo también te amo”.

Todos, seamos o no conscientes de ello, tenemos una historia con Dios. Nuestra historia con Dios afecta al modo en que escuchamos, leemos, hablamos, pensamos y oramos. Aunque nuestra historia personal es única, forma parte de una historia mayor: la historia de Dios sobre nuestras vidas.

Te invito a explorar tu espiritualidad y a reivindicar tu historia como historia sagrada, tal como ha ido emergiendo durante tu trayectoria vital. Las preguntas siguientes pueden ser útiles para escribir y presentar tu historia sagrada ante un grupo o un director espiritual:

1. ¿Qué momentos de tu vida con Dios destacan como cruciales en tu trayectoria espiritual? Descríbelos sucintamente e indica su principal significado desde los puntos de vista intelectual, emocional y espiritual.
2. ¿Qué personas, libros, movimientos, ideas, etc. han desempeñado un papel significativo en tu desarrollo espiritual?
3. ¿Cómo ha puesto en cuestión tu vida o cambiado el curso de la misma un periodo de descontento o el encuentro con una persona especial?

Ahora tu puedes trazar en el encerado la línea de tu vida a la derecha de la mía y decir: “He llegado hasta aquí”. Y puedes dibujar tu punto final un poco a la derecha del mío y decir: “Tengo unos años por delante”. Y cuando empieces a contar tu historia y a conectar los puntos, será bueno que caigas en la cuenta de que, aunque la vida es breve, dura el tiempo suficiente para poder comprender de dónde vienes y a dónde vas. Únicamente en retrospectiva puedo conectar los puntos de mi trayectoria vital y empezar a ver mi historia sagrada desde la perspectiva de Dios, como la historia de Dios sobre mí.

Recuerda: Perteneces a Dios desde la eternidad hasta la eternidad. Eras amado por Dios antes de nacer, y serás amado por Dios mucho después de morir… Tu vida humana -larga o breve- no es más que una parte de tu vida total en Dios. Su extensión en el tiempo no importa. La vida es una mera oportunidad de decir durante unos años a Dios: “Yo también te amo”.

Con mi afecto y bendición

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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