El 16 de enero de este año, el papa Francisco les dio tres consejos a los representantes de la Confederación de las Cofradías de las diócesis de Italia -con más de dos millones de cofrades- para que fuesen “misioneros del amor de Dios”. Llamo la atención sobre el hecho de que nosotros tenemos acuñado otra expresión bastante similar, que no dudamos en gritar varias veces a lo largo del año, con especial fervor en tiempo de Cuaresma y Semana Santa: “apóstoles de calle”.
“En el contexto de la nueva evangelización, la piedad popular constituye, en efecto, una poderosa fuerza de anuncio. Les animo, les decía el Papa, a “cultivar su vida asociativa y su presencia caritativa con un compromiso creativo y dinámico”. Les recomiendo que “la riqueza y el recuerdo de su historia nunca se conviertan en motivo de repliegue en sí mismos sino que se constituyan en un fuerte incentivo para reinvertir su patrimonio espiritual, humano, económico, artístico, histórico e incluso popular, abiertos a los signos de los tiempos y a las sorpresas de Dios”.
Las palabras del Santo Padre nos ofrecen tres pistas, tres claves, para articular nuestro camino:
- Seguir los pasos de Cristo. “Os exhorto a cultivar la centralidad de Cristo en vuestra vida, en la escucha diaria de la Palabra de Dios”. “Que vuestras antiguas tradiciones litúrgicas y devocionales sean animadas por una intensa vida espiritual, con fervor, y compromiso caritativo… Os exhorto a no tener “miedo de actualizaros en comunión con el camino de la Iglesia, para que puedan ser un don (regalo) accesible y comprensible a todos, en los contextos, y un incentivo para acercar a la fe incluso a los que están lejos”.
- Caminar juntos. “La historia de las cofradías ofrece a la Iglesia una experiencia secular de sinodalidad, que se expresa a través de herramientas comunitarias magníficas de formación, discernimiento y deliberación, y a través de un contacto vivo con la Iglesia local, con los Obispos y con las Diócesis”. Os animo a que vuestros consejos y asambleas “nunca se reduzcan a reuniones puramente administrativas o particularistas; sino que sean siempre y sobre todo lugares de escucha de Dios y de la Iglesia, de diálogo fraterno, caracterizados por un clima de oración y de caridad sincera. Sólo así podrán ser realidades vivas y encontrar nuevos caminos de servicio y de evangelización”.
- Anunciar el Evangelio. En concreto, “dando testimonio de la fe y cuidando a vuestros hermanos y hermanas más pobres, como lo habéis demostrado en este tiempo de pandemia con múltiples actividades solidarias. Finalmente les ha animado a “mantener vivo el carisma de servicio y misión, respondiendo con creatividad y valentía a las necesidades de nuestro tiempo”.
Con mi afecto y bendición
Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón