En Reflexión Dominical

Documento para descargar:cristo-rey

Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Había también por encima de él un letrero:
«Este es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo».
Y decía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso»

 

Palabra del Señor

Hemos llegado al final del año litúrgico, y lo clausuramos con la solemnidad de Cristo Rey; la celebración de hoy nos ayuda a centrarnos exclusivamente en Jesús, Él ha venido para reinar y el palacio que quiere ocupar es el corazón de cada uno de nosotros.

Los judíos rechazaron a Jesús por muchos motivos, pero lo que más les ofendió fue que Él se proclamara hijo de Dios y rey del universo. Ellos esperaban ansiosamente un rey que hiciera de Israel, el pueblo sin rivales que en otro tiempo consolidó el rey David; pero para su gran decepción vino Jesús, nacido de una familia pobre, procedente de un pueblo pequeño y pobre, vino y se presentó como rey, sin tener el respaldo de un ejército, sin tener palacio ni ministros. Los judíos respondieron burlándose de Él y dándole muerte en la cruz.

Un rey crucificado y victorioso, es lo más contradictorio que existe, por eso fue que allí prácticamente nadie lo entendió. Con excepción de su madre, la Magdalena y algunos pocos discípulos, nadie pudo comprender el reinado de Jesús. Y si lo traemos a nuestro tiempo casi podemos afirmar lo mismo: ¿Qué seguidores puede conseguir hoy día un rey crucificado? La respuesta es consensuada: ninguno, con alguna excepción.

Si en lugar de cruz, Jesús nos ofreciera, dinero, poder, facilismo y placer: ¿Quién lo rechazaría? Ninguno, en consecuencia tendría seguidores a montón, pues eso es precisamente lo que quiere la sociedad actual y esa ha sido siempre la ilusión de los seres humanos a lo largo de la historia. Mientras que para acoger  la cruz, no hay respuesta, para acoger el poder, la respuesta universal.

Entonces: ¿quién puede entender a un rey crucificado y victorioso? É l mismo nos dejó la respuesta en uno de sus momento de oración, cuando dijo: “Te alabo y te bendigo Padre porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los sencillos, si Padre así te pareció bien”. Aquí tenemos la respuesta del porque a través de todos los tiempos, Jesús ha sido acogido por los pobres, los pecadores, los enfermos y los excluidos y en cambio ha sido rechazado por los poderosos.

Reconocer a Jesús como rey, implica entrar en comunión con su pasión y su cruz, y eso es un reto muy grande porque al mismo tiempo implica entrar en comunión con todos los crucificados que hay en el mundo. No podemos exaltar a Jesús como rey y al mismo tiempo seguir ignorando la pasión y la cruz que siguen cargando  los pobres en cualquier lugar de nuestro planeta; pues Jesús, vive  en cada uno de sus humildes hermanos.

Si estamos convencidos de que Jesús es nuestro rey, y si queremos que realmente reine en nuestro corazón, debemos empezar a permitir que los pobres ocupen un lugar muy importante en nuestra vida, debemos entender que ellos no son un peligro para la sociedad, no son una amenaza a nuestro bienestar, sino que son nuestros hermanos, hacen parte de nuestra vida y son como el sagrario donde habita nuestro rey.

Rafael Duarte Ortiz

Teclea lo que quieres buscar y pulsa Enter