En Cartas de nuestro Obispo

Vamos a desgranar los lemas que os planteé la semana pasada:

PROTAGONISMO JUVENIL. Donde los jóvenes están presentes y son valorados, el estilo de la Iglesia, y su dinamismo, adquiere una fuerte vitalidad y atrae la atención. Nuestra PJ diocesana trabaja esto: llamar a la participación y al protagonismo de nuestros jóvenes en la acción evangelizadora de nuestra diócesis; no para ellos, sino con ellos. Su protagonismo genuino no es una concesión que les hacemos, sino una exigencia que les viene dada por el hecho de estar bautizados. No convendría olvidarlo, debemos comenzar por los jóvenes con desafío misionero: el entorno digital, las migraciones, la mujer en la Iglesia, la sexualidad, la economía, el trabajo, estudios y cultura, el cuidado de la casa común, los contextos interculturales, etc. Necesitamos jóvenes misioneros valientes que sepan, con gestos y palabras, compartir a Jesús, comunicar la fe que Él les ha regalado desde el principio.

CULTURA JUVENIL. A través del compromiso social, cultural y popular, muchos jóvenes se cuestionan y «re»descubren un interés por la fe cristiana. El compromiso por la justicia y con los pobres es una ocasión de encuentro. Esto nos exige diálogo y contribuir al bien común de nuestra comunidad cristiana y diocesana en este territorio. Por tanto, existen en nuestra Diócesis espacios para hacer una PJ ca – paz de crear espacios inclusivos, también donde se muevan los jóvenes reales, broten los liderazgos naturales, cuidemos y acompañemos los carismas que el Espíritu Santo ha sembrado en ellos. Nuestra PJ se compromete, estando muy cerca de ellos, partiendo de los últimos, intentando que los jóvenes aprendan a auscultar el sentir de nuestro pueblo, a construirse en sus voceros y trabajar por su promoción.

TU SER PARA LOS DEMÁS. Este es uno de los grandes retos y el espacio que más ocupó en el Sínodo de los Jóvenes. Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que Jesús quiere es la amistad del joven. Ante una antropología de la indiferencia que se da en nuestro mundo, nace la profecía de una antropología del don: «Yo para los demás». Toda acción evangelizadora, lo mismo que toda nuestra espiritualidad, ha de ser vocacional. Nuestra «PJ» ha unido a su identidad la «V». Así, nuestra PJV es la unión entre la «vocación y el amor». Sin duda que es Dios mismo el que propone la vocación a los jóvenes. De manera práctica, nuestra PJV subraya la relación entre «vocación y el trabajo». Para los jóvenes el trabajo es algo que proporciona identidad, auto-concepto, sentido, relaciones, significado y el cumplimiento de sus sueños y visiones. Y de forma más propositiva, nuestra PJV ayuda al discernimiento para consagrarse a Dios, especialmente en la vida contemplativa, en las diferentes formas de consagración, en la vocacional sacerdotal. ¿Por qué excluirlo? Ten la certeza: si reconoces la llamada de Dios y la sigues, eso será lo que te hará pleno.

Con mi afecto y bendición,

Angel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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