En Cartas de nuestro Obispo

Repito: Estar con los jóvenes nos resulta fundamental. Queremos ser y estar con vosotros en el desafío de vuestros cuerpos, afectividades y sexualidad, el desafío de las nuevas formas de búsqueda de la verdad, el desafío de los efectos del mundo digital, el desafío de la decepción que provocan las instituciones, también nuestra Diócesis, y las nuevas formas de participación, el desafío en la parálisis de la toma de decisiones, ante la superabundancia de propuestas y el desafío de ir más allá de la secularización. Con vosotros y para vosotros nos exige hablar de una formación que se da en dos caminos: una vocacional o motivacional; y otra misionera. Quizá el obstáculo de trabajar con los jóvenes está más en nosotros, los adultos, que en ellos mismos. Si formamos a los jóvenes formándonos con ellos, quizá esta sería una de las mayores provocaciones. Cuidar a los agentes es cuidar a los jóvenes.

RECONOCER. INTERPRETAR. ELEGIR. Los tres verbos del Sínodo de los Jóvenes. No son simples sugerencias. Son tres acciones que nos hablan de la existencia de los jóvenes, de la existencia de los jóvenes en la Iglesia (o nuestra Diócesis), finalmente de nuestra decisión por ellos. Esto nos hace pensar que nuestra evangelización de las edades más jóvenes no es un tema distante y separado de la vida cotidiana.

Nuestra Diócesis quiere también ayudar a todos los jóvenes a sintonizar con la apremiante invitación a ser y hacerse «discípulos y santos» como nosotros. Si lo pensamos bien, en las distintas etapas diocesanas, nunca se darán las condiciones ideales para una propuesta pastoral juvenil completa. Sin embargo, no cederemos al deseo de una pastoral juvenil posible que esté «re»generada por nuestra unión con Dios y cultivada por una dedicación a ellos, sin límites ni fronteras. Atractiva y fascinante, con nueva vitalidad, con lo ingenuo, genial y genuino de esta tierra en la que crece y toma forma nuestra existencia. No podemos tener miedo. La fe es posible para todos y para cada uno, también en las edades más tempranas.

INGENUOS. GENIALES. GENUINOS. Seamos como ellos. Reconocer que somos llamados a ver y escuchar a Jesús. Interpretemos a nuestra Diócesis como la comunidad que acoge la existencia y la palabra de Jesús como principio de nuestra misión, como lugar en la historia y atentos a la escucha del Espíritu para encontrar el modo y la forma de ser, vivir y trabajar en el mundo. Elijamos la forma específica de seguir buscando, recibiendo y haciendo propuestas específicas de evangelizar a niños, adolescentes y jóvenes. Acogerlos con alegría y acompañarlos en este tramo de sus vidas es una decisión específica de seguir colaborando con la alianza de Dios para el bien de todos. Es fuente de gozo y es el corazón de la vida diocesana. Por tanto, «no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos» (Mt 19,14).

Con mi afecto y bención,

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

Teclea lo que quieres buscar y pulsa Enter