El pasado sábado, familias de toda España se reunieron en Torreciudad. A todas les di las gracias porque su testimonio, en el mundo actual, supone una arfirmación, un grito que repetimos hasta tres veces: «La familia, es el VALOR más seguro». Como en casa, ya lo dice el refrán popular, no se está en ningún sitio. Así le sucedió, según cuentan, a un famoso artista que se marchó de casa mendigando el amor que anhelaba hasta que lo redescubrió al regresar a ella.
Cuentan que un artista le dijo a su esposa, me voy de casa porque quiero inspirarme para pintar la obra maestra de mi vida. A los pocos días se encontró con una muchacha radiante el día de su boda: ¿qué es lo más hermoso para ti?, le preguntó emocionado. El amor, contestó la joven enamorada sin titubear. Pero, ¿cómo pintar el amor? Luego se tropezó con un soldado: ¿qué es lo mejor para ti? La paz. Pero, ¿cómo pintar la paz? Más tarde conversó con un sacerdote: ¿qué es lo principal para ti? La fe. Pero, ¿cómo pintar la fe? Cansado y decepcionado volvió a casa. Su esposa lo abrazó con tanta ternura que halló el amor y la paz de la que le habían hablado la novia y el soldado. Y en los ojos de sus hijos, cuando lo cubrían de besos, descubrió la fe de la que le había hablado el sacerdote. Fue en su propio hogar donde encontró la inspiración que andaba buscando fuera
El beato Manuel Domingo y Sol tiene razón. En la vida, cuando no pintaban bien las cosas, no basta con limitarnos a mirar y analizar solo las coordenadas visibles, es decir, los datos objetivos de la realidad sino especialmente las coordenadas invisibles, las que Dios va obrando para hacer realidad su sueño de salvación. Si nuestra reflexión acerca de las familias se limitara a analizar las cifras estadísticas de los últimos años, del 2017 al 2020, nos quedaríamos cariacontecidos porque creeríamos haber apostado por el caballo perdedor. Las personas se casan cada vez menos y, si lo hacen, la opción minoritaria es el matrimonio canónico, opción que escogen solo ocho de cada diez matrimonios.
Sin embargo, y por más que las estadísticas hablen de menos matrimonios por la Iglesia y más divorcios, la familia sigue siendo el valor más seguro. Pero si queremos recuperar el atractivo que la familia realmente tiene, tendremos que intentar revertir el orden de la creación, es decir, volver a poner a Dios en el centro y a la persona humana como el mejor activo y motor de cambio. Sin atenazar las conciencias, sin coacción alguna de poder o de autoridad. Sencillamente fascinados por la belleza, la bondad y la santidad que experimentamos en lo cotidiano, en lo sencillo.
Con mi afecto y bendición
Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón