In Cartas de nuestro Obispo

Como os anuncié la semana pasada, enfermos y ancianos enriquecen no solo nuestra diócesis sino la sociedad actual. Un papel que a veces choca con algunos tópicos que os propongo desenmascarar:

EL ACTIVISMO
Suele ser una tapadera que, en muchos casos, encubre el sinsentido de la vida personal. ¿Recordáis aquel anuncio de la tv en la que salía un osito que se movía sin parar mientras le duraban las pilas? Se movía y se movía pero sin ningún sentido. Las personas de hoy, de ordinario, tienen ocupadas casi todas sus horas y, sin embargo, suele ocurrir que manifiestan sentirse insatisfechas, vacías, necesitadas de consuelo y de sentido en sus vidas.

La alternativa que os sugiero es que frente al dogmatismo del hacer y de lo pragmático logremos recuperar la cultura de la relación y de lo gratuito. La mejor manera en que uno puede aportar sentido a la vida es salir de sí mismo, preocuparse por el otro, dedicarse a amar a los demás, volcarse en la comunidad en la que uno vive.

EL DEJARSE QUERER
En bastantes personas, especialmente de determinadas generaciones, existe la convicción de que si nos dejamos querer, nos hacemos más vulnerables o más blandas. Otras, en cambio, no se creen merecedoras del cariño que la gente les ofrece. Y, sin embargo, el amor es el único acto verdaderamente racional, objetivo, que te permite y reconoce tu propia libertad. Para muchos, constituye un verdadero desafío cómo responder a algunas de estas cuestiones capitales: ¿a quién he abierto realmente mi corazón?; ¿qué estoy aportando en mi hogar, parroquia, diócesis?; ¿me siento en paz conmigo mismo?; ¿estoy siendo todo lo humano que puedo?

LA AUTOCOMPASIÓN
Es verdad que la vida no siempre resulta fácil. A veces uno está enfadado sin saber por qué, o se siente mal física o anímicamente, o se cree ignorado y abandonado, etc. Pase lo que pase, se debe evitar que uno consienta más de cinco minutos diarios de «autocompasión». Es bueno repetirse, una y otra vez, ¡quiero vivir con sentido y dignidad! Es necesario aprender a saborear la vida, a disfrutar de cada instante, de cada encuentro personal, de cada acontecimiento que uno vive… Es importante poner alma (pasión) en todo cuanto uno haga por el otro, saber relativizar las cosas superfluas y centrarse en lo que realmente es esencial.

Con mi afecto y bendición

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de la Diócesis de Barbastro- Monzón

Start typing and press Enter to search