Cuando Juan estaba bautizando en el Jordán, Jesús acudió también a ser bautizado. Y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: “Tú eres mi hijo amado; yo te he engendrado hoy”» (Lc 3,21-22). Como cristiano, estoy firmemente convencido de que el momento decisivo de la vida pública de Jesús fue su bautismo, cuando oyó la afirmación divina: «Tú eres mi Amado, en quien me complazco». En esta experiencia central, a Jesús se le recuerda de un modo muy profundo quién es realmente.
En cada uno de nosotros habita una amorosa voz interior que nos dice también: «¡Tú eres el Amado de Dios!». Quiero que seas bien consciente de ello y descubras cuál es tu lugar en la transformación del mundo.
La tentación más frecuente es dudar de esta gran verdad y confiamos en identidades alternativas. Y a la pregunta «¿quién soy?» respondemos: Yo soy lo que hago; soy lo que tengo; soy lo que los demás dicen de mi.
Estas voces negativas son tan altas y persistentes que es fácil creerlas. Esta es la trampa del auto rechazo, es la trampa que consiste en ser un fugitivo que se oculta de su verdadera identidad.
La mayor trampa de la vida no es el éxito, la popularidad o el poder, sino el auto rechazo, porque uno duda acerca de quién es realmente. El éxito, la popularidad y el poder pueden ciertamente suponer una gran tentación, pero su condición seductora procede del hecho de que forman parte de la tentación de auto rechazo, que es mucho mayor. Cuando terminamos creyendo a las voces que nos dicen que carecemos de amor y que es imposible amarnos, entonces el éxito, la popularidad y el poder se perciben fácilmente como soluciones atractivas.
El auto rechazo puede manifestarse como falta de confianza o como exceso de orgullo, y ninguna de estas cosas refleja la esencia de lo que somos. Es frecuente que el auto rechazo sea visto simplemente como expresión neurótica de una persona insegura. Pero la neurosis suele ser la manifestación psíquica de una tiniebla humana mucho más profunda: la de no sentirse verdaderamente acogido en la existencia humana. El auto rechazo es el mayor enemigo de la vida espiritual, porque contradice a la voz sagrada que proclama que somos amados. Ser el Amado expresa la verdad nuclear de nuestra existencia. Somos amados como criaturas con sus limitaciones y con su gloria.
Esa suave y tierna voz que me llama «Amado» ha llegado a mí de muchos modos: mis padres, mis amigos, mis profesores, mis alumnos, los feligreses de esta bendita Diócesis y los numerosos extraños con quienes me cruzo en la vida, que han hecho sonar esa voz en diferentes tonos. He sido cuidado por muchas personas con gran ternura y amabilidad. Siempre doy gracias a Dios por las mediaciones que ha puesto en mi camino.
Con mi afecto y bendición
Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón