Con estas palabras reveladas por el Señor a Moisés a las puertas de la tierra prometida, doy gracias a Dios, al terminar un año y estrenar otro, por las innumerables bendiciones que nuestra Diócesis ha recibido y porque sigue siendo el Señor quien, a través de humildes mediadores, atrae a todos hacia sí y conduce su rebaño hasta las vastas praderas del cielo para que ninguno de los hijos del Alto Aragón oriental se pierdan.
Durante estos nueve años de ardua travesía por el desierto, ejerciendo cada uno su propio ministerio (servicio), hemos aprendido a trabajar unidos, en equipo, corresponsablemente, a poner al común lo mejor que llevábamos dentro, haciendo converger todas las sinergias para fraguar una única y verdadera familia, la Diócesis de Barbastro-Monzón.
Pasito a pasito hemos sentido vértigo al experimentar un verdadero proceso de conversión, propuesto por el Concilio Vaticano II y dinamizado actualmente por el Papa Francisco a través de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium y las dos cartas pastorales escritas por los obispos de Aragón: La primera, Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo en Aragón. Las unidades pastorales: instrumentos de comunión para la misión, y la segunda, La Iglesia en Aragón al servicio del mundo rural. Nazaret era un pueblo pequeño.
La imagen de la orquesta (Barbastro-Monzón en clave de sol) con la que se visualiza que somos una única y gran familia de familias, con diferentes miembros (instrumentos), cada uno de ellos únicos e irrepetibles, todos necesarios e importantes (con su timbre característico); las barajas donde se visualizan los cuatro ámbitos pastorales (anuncio, caridad, celebración y comunión) y los 92 servicios pastorales diferentes que se están ofreciendo en la Diócesis; y la matrioska donde se visualiza que en la comunidad cristiana más pequeña o perdida en nuestra extensa geografía se halla contenido íntegramente el ADN que nos identifica como pueblo de Dios. Las Unidades Pastorales visualizan los servicios religiosos que se están ofreciendo en el ámbito celebrativo caritativo y de anuncio en cada una de ellas con sus equipos laicales y sacerdotales en clave misionera que las están sirviendo de manera coordinada con los animadores de la comunidad, voluntarios de Cáritas, Manos Unidas y Pastoral de la Salud, catequistas, profesores de religión, equipos de liturgia, grupos apostólicos y movimientos, cofrades…. Una reestructuración que también ha afectado a la Curia, a Cáritas en Barbastro y Fraga, con su cambio de sede en los salones del templo de San José y de San Pedro.
Nuestro trabajo sinodal se ve reforzado por la conciencia, aunque lenta, firme y convincente de renovación y conversión que sobre todo trata de cambiar la mentalidad de los corazones de toda nuestra feligresía. Se ha redactado un Plan Mariano de Evangelización Diocesano para impulsar y adecuar eclesialmente nuestra devoción a la Virgen como mediación para el encuentro con el Señor. Como broche de oro, en agosto, tuvo lugar la JMJ de Lisboa con 80 jóvenes de nuestra Diócesis y en noviembre del año pasado la apertura de la Causa de Beatificación del siervo de Dios Feliz Sánz Lavilla y 251 mártires más de nuestra diócesis: 210 sacerdotes, cinco seminaristas, tres clarisas y 34 laicos, asesinados en la Guerra Civil. A ellos, y a nuestros 79 beatos mártires, con el obispo Florentino a la cabeza, entregamos el año vivido y encomendamos el que vamos a comenzar.
Cruzar el Jordán, adentrarse en la tierra prometida y establecer el reparto exigirá un liderazgo y mediadores nuevos, con nuevo ánimo y valor, con una mayor capacidad de comunión para cohesionar a todo el pueblo, con un nuevo empuje y lenguaje. No hay nada que temer, el Señor irá igualmente delante, seguirá siempre a nuestro lado.
Reforzar nuestro sentimiento de pertenencia que nos ayude a vivir una fascinante experiencia diocesana (en familia) con el Señor es nuestro mayor desafío. Lo demás es glosa.
La nueva estructura diocesana, conformada en unidades pastorales, nos permitirá una gestión de la Curia más ágil, moderna, fresca, sostenible (que se autofinancie). El reto estará en armonizar y coordinar las necesidades con los efectivos humanos que disponemos.
Que terminéis y comencéis muy bien el año.
Con mi afecto y bendición
Con mi afecto y bendición
Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón