En Cartas de nuestro Obispo

En Jesús de Nazaret, como os sugería la semana pasada, emerge una nueva justicia, una nueva santidad y una nueva fidelidad. Añado las dos antítesis que faltaban para completar las seis que se recogen en el Sermón del Monte: Perdón en vez de venganza y amor al enemigo en vez de odio. Estas seis antítesis son el punto culminante de la doctrina de Jesús. Una de las páginas de más altura de toda la literatura universal. En ella se inspiró Gandhi para impulsar “la no-violencia activa”. Igual es bueno hacerlas «virales» para que se enteren quienes, instalados en el nuevo Olimpo, les encanta jugar a ser dioses, legislando sobre derechos ajenos.

El giro que Cristo propone es de tal envergadura que empeña su propia autoridad mesiánica: “Habéis oído que se dijo a los antiguos…, pero yo os digo”. Estas enseñanzas se oponen a la tradición. Jesús cambió la ley del talión porque se había quedado obsoleta. Sin embargo, en nuestra cultura sigue todavía muy enraizada: «el que la hace la paga», «el que ríe el último ríe dos veces», «la mejor defensa es un buen ataque»… Esta ley del código de Hammurabi fue una revolución en su momento ya que ponía límite a la venganza. El castigo debía ser igual al daño recibido, no ilimitado. Jesús, sin embargo, va más lejos. Excluye no solo la venganza efectiva sino también el deseo de venganza, renunciando a toda violencia activa, incluso como autodefensa. Un fiel reflejo de ello lo encontramos en nuestros mártires. 

Jesús rompe con la tradición de los rabinos y va más allá. Mandó amar a los enemigos: “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Para Jesús el prójimo no solo es el pariente o el paisano sino toda persona. Cristo da un paso de gigante para gigantes. No sólo amplia el concepto de prójimo a toda persona sin distinción y el de perdón hasta setenta veces siete, sino que manda amar incluso al enemigo. Para el que ama no hay más que hermanos.

¡Esto sí que es coherencia y radicalidad! ¡Esto sí que es progre y transgresor! ¡Esto sí que posibilitaría el cambio del mundo!

Con mi afecto y mi bendición
Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón

Teclea lo que quieres buscar y pulsa Enter