En la tarde del jueves 26 de noviembre de 2020, falleció en el Hospital “Miguel Servet”, de Zaragoza, tras una breve pero aguda enfermedad, el Obispo emérito de Barbastro-Monzón, Mons. Alfonso Milián Sorribas.
Había nacido en La Cuba, provincia de Teruel, el 5 de enero de 1939. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Metropolitano de Zaragoza y fue ordenado sacerdote al servicio de la sede metropolitana el 25 de marzo de 1962. En 1992 obtuvo la Licenciatura en Teología Catequética por la Facultad de Teología “San Dámaso”, de Madrid, con la tesina “La iniciación a la dimensión contemplativa del catequista por medio de la oración de Jesús”.
A lo largo de su vida pastoral desempeñó diversos cargos parroquiales, primero en el ámbito rural: párroco de Azaila y coadjutor de La Puebla de Híjar, entre 1962 y 1967, y párroco de Vinaceite y Almochuel, entre 1967 y 1969; después en la ciudad de Zaragoza como párroco de “San Pío X” desde 1969 a 1983. En estos años, compaginó el servicio parroquial con el de Cáritas de la zona de Arrabal, miembro del Consejo Presbiteral y Consiliario del Movimiento “Junior” de A.C. En 1982, el Arzobispo de Zaragoza le nombró Vicario Episcopal de la Vicaría IV de la archidiócesis y más tarde de la Vicaría II. También compaginó el cargo de Vicario Episcopal con el de Delegado Diocesano de Apostolado Seglar, de Pastoral Vocacional y Consiliario de “Manos Unidas”.
En el año 2000 recibió el nombramiento de Obispo Auxiliar de Zaragoza, sustituyendo a Mons. Juan José Omella, que había sido nombrado Obispo de Barbastro-Monzón. En 2004 siguió los pasos de su antecesor recibiendo el nombramiento de Obispo de Barbastro-Monzón y tomando posesión el 19 de diciembre del mismo año. Su ministerio episcopal en nuestra Diócesis se prolongó hasta el 22 de febrero de 2015, fecha en la que tomó posesión de la misma nuestro actual Obispo, Mons. Ángel Javier Pérez Pueyo. Desde el momento en el que fue aceptada su renuncia al cargo episcopal por motivos de edad, en diciembre de 2014, permaneció como Administrador Apostólico hasta la toma de posesión del nuevo Obispo y después pasó a ser Obispo emérito de Barbastro-Monzón.
En la Conferencia Episcopal Española fue miembro de la Comisión Episcopal de Asuntos Sociales y Obispo Delegado para Cáritas Española, cargos en los que desplegó calladamente y con sabiduría su agudo sentido social. Durante sus diez años al frente de nuestra Diócesis ha realizado un fecundo ministerio pastoral, tanto con los sacerdotes como con el conjunto del pueblo de Dios, distinguiéndose siempre por su quehacer humilde, en el que buscó el consenso a través de los diversos Consejos que constituyen la estructura diocesana. Él inicio en nuestra Diócesis la experiencia de los Animadores de la Comunidad; impulsó el apostolado de los laicos particularmente en la evangelización de la secularidad; buscó con ahínco la cooperación de sacerdotes venidos de Latino América con los que paliar la sequía vocacional a la que nuestras diócesis rurales del Alto Aragón están sometidas, por motivos en gran parte debidos a la despoblación y pobreza demográfica; y continuó la tarea de sus predecesores para lograr el retorno de los bienes histórico-artísticos de las parroquias transferidas a esta Diócesis en 1995, logrando pasos importantes para avanzar en la resolución del litigio, como han sido la sentencia favorable a los intereses de Barbastro-Monzón en el pleito interpuesto por los Amigos del Museo Diocesano y Comarcal de Lleida (2011) y sendos acuerdos firmados ante el Nuncio Apostólico, en el los que los Obispos ilerdenses reconocían la propiedad de dichos bienes a favor de las parroquias transferidas y el compromiso de su devolución (2008 y 2010).
Es justo reconocer que, a lo largo de su ministerio episcopal en esta Diócesis, hizo realidad los símbolos de su sello episcopal: el pan, la cruz y el lema: “Yo en ellos y tú en mí” (Jn. 17, 23). Tal como explicó en el folleto de su toma de posesión: «Con este lema y con el auxilio del Señor y de su Palabra, ayudado con la honda experiencia de Dios, de la Iglesia y de los hombres que posee don Elías (con quien inicié mi ministerio episcopal), con la inestimable ayuda de vuestra oración eclesial y de vuestra necesaria y multiforme colaboración, bajo el amparo de la Virgen María, afronto, tembloroso y gozoso, el ministerio episcopal que se me ha encomendado en la diócesis de Barbastro-Monzón».
Es la mejor descripción de lo que ha sido su servicio pastoral entre nosotros. Estamos seguros de que el Señor le ha acogido con la misma sencillez y sonrisa amigable con la que él acogió siempre a sus diocesanos.