En Cartas de nuestro Obispo

3ª «ALLÍ JESÚS MANIFESTÓ SU GLORIA»: La fuerza transformadora de la Eucaristía

La tercera frase: «Allí Jesús manifestó su gloria», nos hace descubrir nuestra pobre situación, tan frecuente y dramática, y nos ayuda a aceptar nuestra fragilidad y vulnerabilidad.

La Eucaristía es transformación. La Eucaristía es la transformación del agua en vino, de la fragilidad en fortaleza. Es el don del Espíritu, el único que nos da la certidumbre de ser capaces de amar.

La Eucaristía es la fuerza que alimenta toda forma de amor que crea unidad: el amor que crea unidad en el noviazgo, el amor que crea unidad en la vida matrimonial, el amor que crea unidad en la comunidad, en la Iglesia, en la sociedad. La Eucaristía es la manifestación de la GLORIA DE DIOS.

El hombre que se encuentra sin vino, quizá sólo con una provisión de agua incolora, inodora e insípida, necesita de la plenitud del Espíritu nuevo que le transforme el corazón y la mente. Sólo así podrá confiar en un tipo de amor que no sea únicamente entusiasmo, primer proyecto, primeras experiencias, sino fuerza duradera para toda la vida. Por eso la Eucaristía se nos presenta como aquel Jesús que, atrayéndolo todo hacia sí desde la cruz, da al hombre, a la mujer, a la humanidad, la capacidad de ser ellos mismos[1].

[1] Cfr. Carlo M. Martini; Se me dirigió la Palabra, págs. 92-96.

 

Con mi afecto y bendición

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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